Existe una energía revolucionaria y transformadora inherente a la naturaleza del ser. Que esa energía se materialice en acciones revolucionarias -amorosas- es el horizonte aspirado
De la relación terapéutica
Concebir el acompañamiento terapéutico como un espacio de vinculación amorosa entre dos personas presupone una redistribución del poder. La íntima convicción de que el/la participante desarrollará su proceso de integración y actualización basado en sus recursos personales y considerando sus propias urgencias, exige a la vez un actuar disciplinado y congruente por parte del/la acompañante, donde sea capaz de expresar en la íntima interacción aquella convicción.
Ejercer como acompañante desde lo Terapia Gestalt Integrativa y no situarse desde esta concepción del ser humano y de la relación humana es entonces una burda moda.